Una visita a tres embajadas imponentes
Recorremos las embajadas de Francia, Brasil y Estados Unidos, emplazadas en edificios históricos de la Ciudad de Buenos Aires
Embajada de Francia: Palacio Ortiz Basualdo
El Palacio Ortiz Basualdo, sede de la actual Embajada de Francia en Argentina desde 1939, fue diseñado en 1912 por el arquitecto francés Paul Pater para el matrimonio de Daniel Ortiz Basualdo y Mercedes Zapiola. El palacio estuvo en manos de la familia hasta que en 1939, luego del fallecimiento de Daniel Ortiz Basualdo, su esposa vendió la residencia al gobierno francés, quien tomaría posesión definitiva del palacio al transformarlo en sede de su embajada en Buenos Aires.
El edificio, ubicado en Cerrito 1390, esquina Arroyo, es una joya exponente de la arquitectura Beaux Arts, que se dispone frente a la plaza Carlos Pellegrini. En 1970, ante el proyecto de ensanche de la avenida 9 de Julio, el edificio corrió el riesgo de ser demolido junto al palacio Alzaga Unzué, pero finalmente se evitó esa demolición.
La idea del arquitecto Pater fue adaptar la tipología del castillo campestre francés a un espacio reducido urbano. El planteo general del edificio es una sagaz reelaboración del tradicional hôtel particulier francés de cuatro niveles: basamento, planta noble, planta de habitaciones particulares y mansarda. Las fachadas se revisten en símil piedra París, con almohadillado simulado y ornamentación premoldeada. La herrería del perímetro enmarca el pequeño jardín sobre las calles Arroyo y Cerrito. El jardín posterior se usa como patio de servicio, habilitando aberturas en los salones hacia la calle.
La construcción del palacio está estructurada como un edificio compacto de composición central, integrado por dos salas articuladas al cuerpo de la cúpula, y dos pabellones en sus extremos que cierran el inmueble. Los techos a cuatro aguas de las fachadas principales están levemente retirados en relación con la cúpula central, destacándose esta por su mayor altura y por su particular diseño.
La simetría es el elemento ordenador de la disposición del edificio. En el basamento se alojaban los servicios, al igual que en el tercer piso. El piso noble, situado en el primer piso, y destinado a los usos sociales, contaba con múltiples salones. El segundo piso, al que se accede por una escalera independiente, estaba dedicado a la vida familiar. En la actualidad, tanto el segundo piso como el tercero están destinados a las oficinas de la embajada. Mientras que el primero mantiene su uso social con carácter protocolar.
Se realizaron varias intervenciones tanto a principios de la décadas de los 90, y entre los años 1998 y 2000, que pudieron revertir algunos desajustes, pero introdujeron otros.
La primera reforma fue llevada adelante por los arquitectos Juan Carlos Poli, Carlos María Casano y Alfredo Zubillaga en 1994. La misma se centró en la restauración de algunas partes del exterior del edificio. La segunda intervención se desarrolló en el interior de la residencia y estuvo a cargo del estudio Julio Lala, Bief y Asociados, entre 1998 y 2000.
Este edificio se inscribe en el área de protección histórica. Tiene protección estructural a nivel municipal y fue declarado bien de interés artístico nacional por su exquisita belleza decorativa, notoria ya en el imponente vestíbulo circular, donde mármoles policromos, paredes revestidas en madera tallada y pilastras corintias, son apenas detalles de su exquisitez, presente también en pisos, cristales, grandes ventanales estilo Tudor, la sala de música estilo Luis XV y los motivos chinescos, empleados también en la decoración de palacios y castillos franceses de mediados del siglo XVIII.
Embajada de Brasil: Palacio Pereda
El Palacio Pereda es una antigua mansión que se encuentra en la Plaza Carlos Pellegrini, en la calle Arroyo 1130, en Buenos Aires. El médico Celedonio Tomás Pereda (1860 -1945) y su esposa María Justina Girado (1865-1942), miembros de una familia de grandes terratenientes de la época, pidieron al arquitecto Louis Martin en 1917 que comenzara la construcción de uno de los palacios privados más notables de ese tiempo en Argentina. En un principio se había encargado la edificación al arquitecto, quien se inspiró en edificios europeos como el Museo Jacquemart Andrè, a pedido del dueño del terreno. Sin embargo, en 1919 a partir de que el diseño del interior del palacio y el diseño de la escalera principal no llenaban las expectativas de la familia Pereda, Celedonio, decidió continuar con el arquitecto francés Julio Dormal, quien se había destacado por hacer obras significativas en Argentina como el Teatro Colón, el Palacio del Congreso y la Casa de Gobierno en la Provincia de Buenos Aires.
Antes de terminar la construcción de la actual Embajada de Brasil, el arquitecto Dormal murió, dejando a uno de sus fieles alumnos destacados completar los cuatro mil metros cuadrados y la capilla en el primer piso.
En 1945 falleció Celedonio y sus herederos vendieron la residencia a Brasil, quienes les darían a cambio la vieja embajada de Av. Callao al 1500 y varias toneladas de hierro en barra, que por la guerra, al ser escasos, valían mucho en esa época.
Al adquirirla, el gobierno brasileño se encargó de la restauración del palacio, que incluyó las cúpulas, las terrazas y azoteas, recomponiendo sus condiciones originales y previendo futuras restauraciones del interior.
Actualmente, el palacio es la residencia del embajador de Brasil en Buenos Aires, y también es sede del Espacio Cultural de la Embajada.
El palacio tiene características de la arquitectura del siglo XVIII y XIX. El basamento de la fachada que da a la calle se encuentra revestido en piedra natural, mientras que el resto de la fachada delantera y toda la fachada trasera se encuentran revestidos en símil piedra París (actualmente oculto bajo capas de pintura). Son predominantes los salones amplios en el palacio, que están en el primer piso y tienen los techos pintados por el artista catalán José María Sert.
La fachada posterior que se encuentra hacia el jardín es similar a la fachada delantera parisina, creando un juego de entrantes y salientes, proporciones verticales, y una escalera inspirada en la escalera en herradura del Castillo de Fontainebleu.
El palacio se distribuye en cuatro plantas. En la planta baja se encuentran los dos accesos y las dependencias que eran usadas por Pereda para recibir, y ahora son oficinas de la embajada. Los salones de recepción están en el primer piso; el salón dorado, el gran hall y el comedor, todos comunicados con la terraza y el jardín. Un eje de simetría ordena arquitectónicamente estos espacios. En el segundo piso se encuentran las habitaciones privadas, que hoy es la residencia del embajador.
El notable conjunto urbano formado por el palacio y sus alrededores reflejan, como otros pocos lugares en Buenos Aires, la fuerte influencia ejercida por la arquitectura francesa en la Argentina, especialmente durante las primeras décadas del siglo XX.
Embajada de Estados Unidos: Palacio Bosch
El Palacio Bosch Alvear es una lujosa residencia de Buenos Aires, Argentina. Inicialmente perteneció a la familia del embajador Ernesto Bosch y desde 1929 es sede de la Embajada de los Estados Unidos en Argentina. Se encuentra cerca del cruce de avenida del Libertador y Av. John Fitzgerald Kennedy.
El palacio fue proyectado por el arquitecto francés René Sergent para Ernesto Bosch, quien había sido embajador argentino en París, y su construcción estuvo a cargo de los arquitectos argentinos Lanús y Hary. Diseñada en 1912, la obra fue afectada por el estallido de la Primera Guerra Mundial, y la familia Bosch ocupó el edificio a partir de 1917.
En 1929 la familia fue golpeada por la crisis económica internacional, y en ese momento el Departamento de Estado de los Estados Unidos la adquirió para transformarla en embajada y residencia del embajador. Desde ese momento, diversos presidentes estadounidenses se han hospedado allí en sus visitas.
El complejo, que ocupa casi toda la manzana, está conformado por cuatro plantas en un total de 3.396 metros construidos. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 2022. Desde sus comienzos, los interiores han sido revestidos y decorados con materiales y mobiliario importados de Francia, mientras que sus fachadas están revestidas en símil piedra.
Su interior es como viajar en el tiempo, y transporta a la belle époque francesa. Cuenta con escalera de honor, salón de música, biblioteca, salón de té, comedor principal y salón de baile. Lo más destacable del palacio es su mágico jardín, obra del gran paisajista Carlos Thays.
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